Por: Pablo Godínez de la Cruz
Labios que emiten palabras
agradables, agradeciendo a la vida por todo y por nada; un vocablo que tiene
comodidad, tal e el efecto de suavidad, que la postura militar se pone firme;
hace más regocijante la labor que se realice.
Labios que al sonoro de sus
palabras, elevan las colinas, donde la luna se alza en plateados reflejos sobre
el agua, en la ruta sinuosa de la vida, sin interrumpir el imperio de la
amabilidad.
Que se abren cual botón de la
flor del jardín, en la alegría de la palabra que se entrega apasionada a la
amistad, como vuelo de ágil alondra en la distancia; que emiten su voz en
suspiro, para hacer surgirla flor de la palabra en la alfombra de la primavera.
Como mojada esponja de secretos,
estirados en la fresca montaña, en las tibias madrugadas, que vuelven como
aroma de flor que se aspira, que emite perdón y consejo con ternura, para
quebrarse en mimos, besos y arrullos, sobre las alas del alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario