Por: Pablo Godínez de la Cruz
El éxtasis del sentimiento humano
es un lado propositivo que se da por naturaleza; en ciertos momentos de la vida
sufre cambios que pueden tener mayor alegría o hacerlo devenir en tristeza;
sentimiento que mora dentro del corazón de carne, aunque a veces flota por
encima del corazón, por eso fluctúa su emoción, emoción que se suelta en
encanto y desencanto.
Cuando la
emoción se encuentra en tono alegre, el sentimiento está acogido, en plenitud
de confiabilidad; como las plantas cuando florecen, que están en apogeo
refulgente, con cabalgata reluciente, como el encuentro entre la cascada y el
río, refrenándose agradablemente o el sentir del aire fresco en la mañana al
salir la aurora del alba.
La nostalgia
sentimental se aparece cuando menos se espera; es en esos momentos cuando se
detiene la alegría y el derecho se tuerce, son días en los que la angustia gime
de dolor y calla el júbilo, es cuando la flor se marchita en el devenir del
atardecer; son instantes cuando el ruido del trafago callejero deja de
escucharse; es en esos momentos en que la vida te sabe a nada y te encuentras
solo, queriendo tener todo y nada a la vez.
Ambas circunstancias
son parte de nuestro porvenir cotidiano, de la existencia a la que pertenecemos
mientras respiremos; si bien es cierto que no se puede evitar, si se debe tener
más en cuenta que el positivismo atrae mejores cosas para sí.
En el sentido
abrumador de las cosas, se debe erguir la mente, para aflorar el deseo de ser
mejores en los momentos difíciles y emerger hacia la claridad y escuchar la voz
de la alegría que calma la tempestad; pero el pararse firme con la convicción
de no dejarse caer y seguir adelante proviene de Dios.
El resplandor
que reverdece en emociones y sentimientos, sea siempre encontrado en cada
amanecer, al atardecer y al anochecer; creciendo a cada día sin el espacio del
dolor, solo en amor, para no vivir en los éxitos del ayer; ni en las
expresiones del mañana, sino en las experiencias de hoy.
Hoy es el mejor
momento para salir de las circunstancias negativas y comenzar una nueva vida,
dejando atrás el dolor, no estancándose en el pasado, sino emergiendo la
profunda alegría del corazón, porque el sol siempre vuelve a brillar.
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