Por: Pablo Godínez de la Cruz
Mujer de porte agradable, sencilla
en su parecer, de fin elocuencia su imagen, con personalidad sobresaliente, de
figura galante, que sobrepasa los límites de amabilidad; postura firme de quien
sabe y quiere lo mejor de esta vida.
Exuberante en su mirar, con
delicadeza, pero a la vez dominante, como quien conoce lo conveniente de las
cosas que lo rodean; majestuosa en su saludo, no esperando a que o saluden para
poder ella hacerlo.
Magnánima en su sonrisa, la cual
denota quietud, júbilo por la esperanza de un nuevo amanecer en las alas del
viento; de firmes propósitos para los frutos de su vida, vida que desanda en
las latitudes de las flores del campo.
De resplandeciente belleza, luce
siempre su cálido rostro, de textura delicada, en la frescura de la aurora; imponente
ante el fulgor de los trazos del arco iris, y en las gotas de la lluvia que
caen en la hojarasca con sonoro vaivén.
Desafiante en todo su ser, dotada
de cualidades únicas; cual vuelo del águila que avista el horizonte en el
verdor de los bosques y de las aguas cristalinas que se deleitan en su andar.
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