Por. Pablo Godinez de la Cruz
Sonrisa encantadora, seductora,
de tono muy alegre, perspicaz, hasta cierto grado coquetón que levanta el ánimo
al nostálgico, que evoca optimismo, que contagia dinamismo; todo parece más
lindo, cuando aflora esa sonrisa.
Sonrisa que no se duerme, que
despierta esperanza en los momentos difíciles; que hace destilar rocío de los
cielos, recordando el sabor grato del amor, en el sonoro caer de las gotas de
lluvia; que vence los temores y va más allá del sopor de la conformidad.
De admirable belleza natural, que
ama la vida con sus días, donde alumbra el lucero vespertino a la tarde
pensativa; los nubarrones no lo opacan y fluye como el nuevo amanecer, como
aroma de flor en la lluvia que se detiene en los ojos.
Que baña sus días en el dorado
resplandor del entusiasmo, luciendo como la flor más hermosa en su fruto y en
su parecer; ante tal sutileza, no hay negación alguna, perfumada como las
estrellas del alba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario